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Mostrando entradas de febrero, 2008

Día Internacional del Cocodrilo (Catasús!)

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El pasado sábado 23 de Febrero se celebró por segunda vez el día internacional del cocodrilo. Esta peculiar festividad tiene su origen en la población de Sant Sadurní d'Anoia, donde una camada de cocodrilos hambrientos de distintas especies aunaron sus esfuerzos en el año 2007 para realizar de forma conjunta la caza carnívora del Tupperware. Como novedad, este año festejaron sus cumpleaños las especies Pete de Jander y Patxi del Nilo. Esta última anunció que iniciará su temporada de apareamiento el próximo 30 de mayo en Palma de Cervelló, previo entrenamiento en protocolo antipatxiano por parte de las especies más refinadas. Los grandes ausentes de la velada fueron el Macho de Barranquilla y el Caimán Pájaro, por los que se lloró amargamente infinitas lágrimas de cocodrilo. De las 57 razones que los presentes alegaron para dicha celebración, destacaremos: -Per deixar-nos conèixer -Per no jutjar-nos -Per la trobada -Pels Jackpots -Per l'Arena -Per la sinceritat

CELOS

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Acabada la escuela, había que buscarse la vida. La mía estaba en Madrid, o eso creyó mi padre, que me envió a limpiar a casa de los Sres. Milán. No tenía descanso ni para comer, pero antes de irme, la bellísima y ostentosa Sra. Milán me cedía su baño para acicalarme. Con mi primer sueldo me di un capricho: un sujetador de aquellos del anuncio. Ella empezó a mirarme con atención malsana. Una noche desapareció el espejo del baño y me acicalé como pude con el cristal de la ventana. Al día siguiente no había bombilla. Cuando le expliqué lo que pasaba al Sr. Milán, me guiñó un ojo y contestó: “La belleza tiene un precio, monada”. Clara MarSe, 2006

¡Di Zapastra!

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Cuando vivíamos en Inglaterra, Gerard buscaba como loco en la biblioteca universitaria un libro de Juan Marsé. Cuando quisimos comprobar el resultado de juntar las dos primeras sílabas de nuestros apellidos, me dijo riendo "qué nivel! te sale Clara MarSe!". Cuando discutimos sobre si un escritor debe o no ir a la universidad, siempre explica que Juan Marsé, de formación autodidacta, trabajó en una relojería antes de publicar. Y a mí, llamadme simple, me hizo gracia el hecho de que Juan Marsé sea del Carmelo, por haber vivido siempre cerca de este barrio, y haber tenido la desgracia de hacer prácticas de coche por sus calles empinadas: El Monte Carmelo es una colina desnuda y árida situada al noroeste de la ciudad. Manejados los invisibles hilos por expertas manos de niño, a menudo se ven cometas de brillantes colores en el azul del cielo, estremecidas por el viento y asomando por encima de la cumbre igual que escudos que anunciaran un sueño guerrero. En los grises años d

CITA

La sala entera se giró al oír la bofetada y la vio salir, mientras él, con la mano en la mejilla, mascullaba que jamás tendría otra cita con una estrecha pueblerina. Lola, ruborizada, se encerró en el lavabo. Intentó ocultar los muslos tirando con fuerza de la minifalda hacia abajo, con tanta fuerza que hizo que saltara un botón del costado. Contempló con rabia su reflejo semidesnudo. Al oír de lejos el final del No-Do, se apresuró a urdir un improvisado cierre con las horquillas del moño para, totalmente despeinada, volver a la sala y susurrarle al oído: al final muere Kirk Douglas. Clara MarSe, 2006

Piso en venta. Ideal parejas

Cuando cumplí los 30 decidí que había llegado el momento de independizarme. Me daba una pereza horrible, pero no podía soportar más la presión. Tengo 30 años, tengo 30 años, tengo 30 años. No hay otra salida, chaval: ya estás tardando. Así que empecé a mirar hipotecas. Y después de mirar unas cuantas, me compré un coche. Un Opel Zafira nuevo de un color negro brillante, cristales traseros ahumados, airbag frontales y laterales, elevalunas eléctrico, aire acondicionado, cargador de Cds, asientos confortables y reclinables y, el colmo de las pijadas, un lector de Dvd con una pantalla retráctil de siete pulgadas situada en el techo, visible desde la segunda y tercera fila de asientos. La rehostia. 23.735€ . “Pues me lo voy a llevar”, le dije al tío del concesionario. El muy impresentable me miró de arriba abajo, soltó una carcajada, se recolocó en la nariz sus horrendas gafas de empollón de la clase, y me dijo “pero hombre, no tiene por qué decidirlo ahora, puede pensárselo unos días, q