CLARAMARSE

Ha sido un día agridulce. Estamos bien, más o menos. Un poco mejor que el año pasado, quizás. O puede que no. La verdad es que no hemos hablado de ello hoy. Hemos conmemorado este primer aniversario de tu muerte yendo a misa, sintiéndote y llorando al escuchar tu nombre, abrazándonos fuerte a la salida y comiendo juntos en vuestra casa. En tu casa. Sintiéndote aún más. Porque parece que sigues allí, que vas a salir de la cocina en cualquier momento con más bandejas para decirnos que no hemos comido nada. Te echo muchísimo de menos. Llenabas tanto que hay días que aún pienso si será verdad que hayas podido irte. Y sé que soy de las que tiene la parte fácil, la de llegar a mi casa, cerrar la puerta y seguir con mi vida. Sé que para ellos el dolor es insoportable. Él te echa tanto de menos...Creo que nunca imaginó la vida sin ti. Nadie la imaginábamos. Es rara la vida sin ti, tita. Es dura, es triste, está vacía.  "Es incompatible con la vida", dijo uno de aquellos

Sobremesa. La perfección de lo imperfecto. La paz en el caos. En una pieza que no encaja si no es a base de fuerza bruta en este puzzle tan de mayores que no entiende de la lógica con la que su hermana le explica que no es el cielo, sino el sol, que es amarillo  y que ahí no se pone. Pero él aprieta. Al sol nadie le dice por dónde salir. Aprieta con fuerza y el sol encaja. Ella mira, sonríe y sigue con su lógica. No hay enfado. Y yo me pregunto si apretamos con suficiente fuerza para encajar donde no toca.

Hace once años que abrí este blog. Hijos, trabajo, canas, duendes, espadas y slime. Y el tiempo. Ese maldito tiempo que escasea y aplasta la necesidad de escribir que no me ha abandonado ni un sólo día en esta década + 1. Encontré vías nuevas para calmar mi ansia de verterme sobre la pantalla. Una libreta aquí, un diario allá, y mucha, muchísima lectura. Pero hoy digo basta. Me escucho, me comprendo y me concedo la liberación de ese reverso tenebroso que vive apalancado dentro de mí. Escribiré. Todos los días.