Era rusa y se llamaba Laika

Cuando uno va a un concierto se pasa unos días escuchando las canciones del grupo, ¿no? Por eso no es raro que después de ver el musical de Mecano me haya dedicado a viajar en el tiempo y a recordar un montón de canciones que ya tenía en el baúl de los recuerdos.

A mí me grababa las cintas (!!!) de Mecano mi madrina, pero recuerdo tener el original del Descanso Dominical de color azul (cómo molaba) y, ya más mayor, comprarme con mi dinero el Aidalai en el mercadillo de Xinzo y, con mi walkman dorado (!!!!) de medio kilo y auriculares enormes, bailar salsa al ritmo de las caderas de Carmela.

Pero volviendo la vista atrás, lo más divertido de escuchar Mecano no es recordar, es entenderlo. Porque si nuestros padres cantaban a los Beatles sin tener ni idea de inglés, reconozcamos que nosotros cantábamos Mecano sin entender la mitad de las cosas. Para empezar, Ana Torroja era una chica que cantaba en masculino y eso ya complicaba un poco las cosas. La de vueltas que le di a aquel mucha niña mona pero ninguna sola... Después había toda una serie de frases hechas que no habíamos oído en la vida y nos llevaban a imaginar a Anita subida en un tejado lanzando tejas al son de Los Amantes (y como no tengo complejos, me miro siempre en todos los espejos antes de echar los tejos). Y también estaban las faltas de ortografía ("'Han puesto Eungenio!!") y el virus que navegaba en el amor soltando velas y aplastando las defensas por tus venas (terrorífico sonaba eso del amor. Si con los tejos ya la lié en mi cabeza, imaginaos con esto). Y el colmo, los muertos en el cementerio se lo pasaban bomba entre flores de colores y preferían los nichos a las tumbas, porque había menos bichos. ¿Nichos? ¿Eso-qué-es-lo-que-es? ¡Ni idea pero rima con bichos! Oh, ¡y aquella de "Me cuesta tanto olvidarte"! Aquello era directamente como cantar los Beatles: y ese algo que soy yo mismo es un cuadro de bifrontismo que sólo da una faz. Toma, toma, toma.

Pero qué digo! Había una mejor: Mujer contra mujer. Esta era aún más rara que la del cementerio, que yo me imaginaba las palomas de Plaza Catalunya volando y dos amigas la mar de felices paseando de la mano y tirándoles migas de pan. Lo de "contra" nunca me acabó de cuadrar, ¿no eran amigas?  El caso es que me la sabía enterita, de pé a pa. Y no me hacía falta que me explicaran nada porque yo ya la entendía, a mi manera. Qué bonita y qué inocente mi manera de entenderlo, ahora que lo pienso.

Con la que no me atrevía a preguntar era con Hijo de la Luna, que ya te lo decía bien clarito al principio: Tonto el que no entienda.... Así que ni idea de lo que era desposar un calé, y acojonada por si aparecía por la calle un payo, que eso tenía que ser un monstruo porque la hirió de muerte al enterarse de que el niño era hijo de uno! Almenos hay que agradecerles que en esta nos pusieran fácil el título.

Y tengo que confesaros algo que aún he descubierto HOY: ¡¡A Mario Postigo no lo mataron dos drogadictos!! Dios! De repente la canción se ha hecho mucho mejor después de tantos años!!

En fin...podría seguir así recorriendo todas sus canciones, pero son tantas que voy a despedirme ya dejándoos con la que siempre entendí a la perfección, la que no tenía dobles sentidos, la que era un cuento que me partió el corazón desde el primer día: la de la perra Laika (en la tierra hay una perra menos y en el cielo una estrella más). ¿Por qué? ¿Por qué? ¡Pobrecita! ¡Ella sola allí arriba! Era tan injusto. Yo nunca la hubiera dejado ir...