John Irving - El Hotel New Hampshire
Es tan bueno que no sé ni cómo empezar a hablar de él. Me he hecho tan pequeña leyéndolo que la ya casi invisible vocación que tengo de escribir algo de vez en cuando está a punto de desaparecer por completo.
El Hotel New Hampshire es, principalmente, un culebrón en estado puro. Y ahí radica su magia: en que es capaz de enganchar tanto a los que somos aficionados a la lectura como a quienes prefieren pasar el rato viendo teleseries. Porque desde la primera página (y no exagero, es en la primera página) entras al salón de los Berry y ya no puedes salir. Los acompañas por todo un periplo hotelero en el que descubres los valores de la familia que siempre, o que nunca, quisiste tener. El secreto, en mi opinión, es el magnífico cóctel de personajes, tan bien definidos, tan bien combinados, tan bien situados...que parecen ser ellos solos, con la fuerza de sus dispares personalidades, los que van dando forma a la historia a medida que ésta avanza. Hasta que de vez en cuando paras, levantas la vista y piensas "Hey!Que detrás de todos ellos está la misma persona!" y ya no puedes hacer más que morirte de la envidia y rendirte a los pies de Mr. John Irving.
Franny la 'veterana', Frank el idealista, Lilly la escritora, un oso inteligente, un perro maloliente, un abuelo deportista y un judío soñador son algunos de los protagonistas de una historia que conmueve y engancha precisamente por su cotidianedad, por ser el retrato de una familia trabajadora que trata de hacerse un hueco en una sociedad difícil.
Sólo hay una cosa que la alejade lo cotidiano y le da el toque mágico que hace de ella un auténtico (macabro, en ocasiones) cuento de hadas. Son los sueños y el riesgo que supone perseguirlos lo que sin duda marca la vida de los Berry. El obstinado Win Berry, influido por un Freud que no será nunca "el otro Freud", convence y arrastra a su familia (perro y oso incluídos) a perseguir un sueño: transformar una escuela de señoritas en un hotel al que, aunque a priori es evidente que no tiene futuro, irán todos a vivir dando comienzo así a una larga serie de aventuras hoteleras llenas de contratiempos, alegrías, amores y desamores, descubrimientos, dolores, experiencias, desengaños, carreras y ciudades desconocidas.
Y cuando cierras el libro piensas en todos ellos. Y en tus sueños. Y en el poco tiempo que tienes para perseguirlos. Si es que en realidad no se trata de tener tiempo sino de dejarlo todo por ellos. Pero, ¿cómo? "Tienes que obsesionarte y mantener la obsesión. Y pasar de largo ante las ventanas abiertas".
El Hotel New Hampshire es, principalmente, un culebrón en estado puro. Y ahí radica su magia: en que es capaz de enganchar tanto a los que somos aficionados a la lectura como a quienes prefieren pasar el rato viendo teleseries. Porque desde la primera página (y no exagero, es en la primera página) entras al salón de los Berry y ya no puedes salir. Los acompañas por todo un periplo hotelero en el que descubres los valores de la familia que siempre, o que nunca, quisiste tener. El secreto, en mi opinión, es el magnífico cóctel de personajes, tan bien definidos, tan bien combinados, tan bien situados...que parecen ser ellos solos, con la fuerza de sus dispares personalidades, los que van dando forma a la historia a medida que ésta avanza. Hasta que de vez en cuando paras, levantas la vista y piensas "Hey!Que detrás de todos ellos está la misma persona!" y ya no puedes hacer más que morirte de la envidia y rendirte a los pies de Mr. John Irving.
Franny la 'veterana', Frank el idealista, Lilly la escritora, un oso inteligente, un perro maloliente, un abuelo deportista y un judío soñador son algunos de los protagonistas de una historia que conmueve y engancha precisamente por su cotidianedad, por ser el retrato de una familia trabajadora que trata de hacerse un hueco en una sociedad difícil.
Sólo hay una cosa que la alejade lo cotidiano y le da el toque mágico que hace de ella un auténtico (macabro, en ocasiones) cuento de hadas. Son los sueños y el riesgo que supone perseguirlos lo que sin duda marca la vida de los Berry. El obstinado Win Berry, influido por un Freud que no será nunca "el otro Freud", convence y arrastra a su familia (perro y oso incluídos) a perseguir un sueño: transformar una escuela de señoritas en un hotel al que, aunque a priori es evidente que no tiene futuro, irán todos a vivir dando comienzo así a una larga serie de aventuras hoteleras llenas de contratiempos, alegrías, amores y desamores, descubrimientos, dolores, experiencias, desengaños, carreras y ciudades desconocidas.
Y cuando cierras el libro piensas en todos ellos. Y en tus sueños. Y en el poco tiempo que tienes para perseguirlos. Si es que en realidad no se trata de tener tiempo sino de dejarlo todo por ellos. Pero, ¿cómo? "Tienes que obsesionarte y mantener la obsesión. Y pasar de largo ante las ventanas abiertas".
Comentarios
com estàs???
Com anava allò de quedar un dia per fer un cafè??? jajaja
La soledad de los números primos.
Preciossíssssssim!
1 ptó gegant